Si se habla de talento futbolístico mexicano hay que referirse a Andrés Guardado. El polivalente centrocampista tiene el honor de ser uno de los jugadores más importantes del mismo Tri del que ejerce actualmente como capitán tras enfundarse la casaca azteca en casi dos centenares de partidos en busca de su quinto Mundial y del que es uno de sus máximos goleadores históricos.
Es, además, un jugador capaz de rendir en prácticamente cualquier zona del campo, y a sus 34 años vive una segunda juventud en el Real Betis de Manuel Pellegrini, en el que ejerce como uno de los capitanes y pesos pesados de un equipo con firmes aspiraciones europeas esta temporada.
Un inicio precoz
Que Guardado iba a ser un jugador importante se sabía desde su más tierno debut en la élite con Atlas de Guadalajara en 2005. Se estrenó con victoria y se hizo con la titularidad en su tercer entorchado para mantenerla durante el resto de la temporada a pesar de contar con sólo diecinueve años.
Su popularidad creció a un ritmo vertiginoso, a la par que algunos de los clubes más importantes de Europa empezaron a preguntar por él. Pero Guardado esperó a dar el salto hasta el verano de 2007, cuando fichó por el RC Deportivo de La Coruña, el mismo equipo que supuso la puerta de entrada al fútbol europeo de jugadores de la talla de los brasileños Bebeto y Rivaldo. Recientemente, recordaba entre risas el momento de su traspaso en el programa Todo Al Verde de Betis TV: “Estábamos en el hotel de concentración a las 2-3 de la madrugada y tenía que mandar un fax desde el lobby del hotel, escondiéndome de la prensa, y con la ayuda de Memo Ochoa”. De nuevo, tardó apenas unas semanas en convertirse en indiscutible en La Coruña, estatus que mantuvo hasta que ingresó en el Valencia CF el verano de 2012 tras amarrar el ascenso del cuadro gallego a LaLiga Santander con él como figura del equipo.
De España a Holanda pasando por Alemania
En Mestalla mantuvo el nivel en su primera temporada, en la que estuvo a las órdenes de Mauricio Pellegrino. Con el técnico argentino fue titular desde su primer partido, aquel meritorio empate a domicilio del Real Madrid, y tuvo ocasión de disfrutar de la Champions League. Fue entonces cuando demostró ser el jugador que cualquier entrenador querría en su equipo, siendo capaz de formar en cualquier posición de la zona ancha y también como lateral zurdo, rol en el que Ernesto Valverde, el sustituto de Pellegrino, se atrevió a probarle con éxito.
Tanto es así que su segunda temporada en Valencia la empezó como carrilero izquierdo a ojos del nuevo entrenador, Miroslav Djukic. La llegada de José Antonio Pizzi al banquillo al cabo de pocos meses y la irrupción de José Gayá le empujaron a hacer las maletas durante el mercado de invierno para irse a Alemania, si bien en el Bayer Leverkusen apenas gozó de oportunidades y al final de la campaña regresó a España para volver a salir cedido, en esta ocasión al PSV Eindhoven holandés. Allí Guardado dio otro salto, y en tres temporadas volvió a convertirse en aquel jugador aclamado tanto por la afición como por muchos clubes europeos. Cuando llegó la hora de volver a dar un salto de calidad eligió al Real Betis.
El Real Betis le brinda una segunda juventud
En el club sevillano sólo ha dejado de ser titular cuando las lesiones le han impedido vestir de corto, y hasta puede decir que ha vivido algunas de las noches más brillantes de la historia reciente del cuadro verdiblanco, como la ‘manita’ que le endosó al Sevilla FC, rival acérrimo del Real Betis, la noche de reyes de 2018. Guardado fue protagonista de la primera edición de la serie documental ‘Six Dreams’, donde las cámaras de
Amazon le siguieron durante toda una temporada, y se pudo comprobar cómo de adaptado estaba a la ciudad y al club, y el cariño que le ha tenido siempre la afición.
Su regularidad es una garantía para un equipo que, tras una última temporada que se cerró con cierto sufrimiento ante la falta de resultados en el tramo decisivo, afronta los últimos partidos de LaLiga Santander sabiendo que esta vez hay opciones reales de meterse en la Europa League. Y, si ello sucediera, será para hacerlo con todos los honores y aspiraciones porque, en definitiva, esa es la única forma de competir que entiende Guardado.