Tras cinco meses viviendo en la gélida Rusia, he sido testigo como los estereotipos que tiene en la cabeza el mundo sobre la población local son mentira. No solo toman vodka, sino que le ponen la boca a cualquier licor que se les ponga enfrente; no he visto ni un solo oso en la calle; y tampoco se vuelven locos solamente por el hockey; pero quizás lo que más me sorprendió, es que con la llegada del verano y la Copa Mundial de la FIFA 2018, también vi como le dijeron adiós a la seriedad rusa.
Durante el invierno, en el que las temperaturas lograron alcanzar los -26 grados bajo cero, la comunicación con los rusos era poca. Las interacciones con los conductores de taxi o transporte público se limitaban a un “buenos días” y un “gracias”, mientras que incluso el subir en el elevador con mis vecinos era muy incómodo por un silencio sepulcral debido a la tradición rusa de no saludar a gente que no conoces.
Pero esta seriedad rusa poco a poco se ha ido desvaneciendo. Llegó la primavera, se descongeló la nieve, los días comenzaron a ser más cálidos y automáticamente las interacciones cambiaron: mis vecinos comenzaron a preguntar qué hacía yo en Rusia, mientras los taxistas me entrevistaban con igual curiosidad ya que mi color de piel me delataba desde el momento en que me subía a su vehículo.
Y estas nuevas actitudes no son únicas de mis vecinos o taxistas.
Después de que el gobierno comenzó a plantar árboles alrededor del Kazán Arena, el rostro de los locales cambió. La FIFA también empezó a embellecer la ciudad y con publicidad de la Copa del Mundo dándole la bienvenida a países como Colombia, España, Japón, etc., comenzó a darle una cara nueva a esta urbe.
Tras la visita hace un par de semanas del trofeo que sostendrán los ganadores de la Copa del Mundo, los rusos comenzaron a olvidarse de la seriedad, de esas tradiciones que los obligaban a ignorar a los desconocidos e iniciaron una nueva manera de ser: sonriendo a la hora de ver algún extranjero en la calle, atreviéndose a hablarle pese a que lo que dicta su cultura retraída y sobre todo, un interés incesante para conocer todo lo que puedan sobre sus visitantes, incluso, a veces con pantomima a la falta de un lenguaje en común.
A nueve días del arranque de la competencia, la población local está muy emocionada, esperando a los cientos de miles de turistas que visitarán las once ciudades sedes y los doce estadios mundialistas, esperando ofrecer una imagen increíble de un país rico en tradiciones, pero millonario en cultura. Este 2018, es el año en que se le dice adiós a la seriedad rusa.
Manuel R. Medina es un periodista deportivo que por más de quince años ha cubierto las competencias más importantes de México y Estados Unidos. Su trabajo lo ha llevado a dos copas del mundo, en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014; Copa América Chile 2015, Copas Oro, Juegos Olímpicos Río 2016 y la Copa Confederaciones Rusia 2017, además de numerosos viajes para dar a conocer la información deportiva de primera mano. El 31 de mayo se convirtió en el primer periodista latinoamericano en obtener su acreditación para la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018. Puedes seguirlo en Twitter en @manuelmedina y en Instagram como @soymanuelmedina.