Ni Pink Floyd, ni la bandera del estado brasileño de Pernambuco, ni nada que traiga los siete colores es bienvenido en el país anfitrión de la Copa Mundial de la FIFA
“¿Dónde termina el arcoíris, en tu alma o en el horizonte?”, se lee en “Libro de las Preguntas: Un Poema”, escrito por Pablo Neruda. Pero en el país anfitrión de la Copa del Mundo de la FIFA, éste termina al entrar a Doha, ya que parece ser que ni Pink Floyd, ni la bandera del estado brasileño de Pernambuco, ni los siete colores son bienvenidos aquí, por lo que el arcoíris, es el enemigo número uno de Qatar.
Mucho se habló antes del arranque del mundial sobre cómo serían bienvenidos todos aquellos de la comunidad LGBT+ al país del Medio Oriente, ya que la nación castiga con cárcel ser parte de esta colectividad o incluso ser un aliado de la misma. El Comité Organizador Local aseguró que todos serían bienvenidos a Qatar y que no habría ningún problema por las preferencias sexuales de los visitantes, pero la verdad ha sido totalmente opuesta.
La FIFA no ha permitido que los equipos nacionales de Estados Unidos y Europa exhiban la leyenda “One Love” (Un solo amor, por su traducción al español) junto con los colores del arcoíris en las bandas de capitán de sus jugadores. Esto ha causado un enojo al por mayor entre todos los participantes, que están buscando otra manera de protesta, como cuando Alemania salió a la cancha contra Japón y a la hora de tomarse la foto oficial se taparon todas las bocas para demostrar cómo están siendo censurados.
Pero el rechazo a la comunidad LGBT+ está rayando ya en lo ridículo, ya que incluso cualquier cosa que no tenga que ver con ella, es castigada por los guardias cataríes en los distintos estadios del anfitrión del Mundial. Apenas al inicio de esta semana el periodista brasileño Víctor Pereira vio como la policía de Qatar le quitaba su teléfono celular, con el que filmaba como otros miembros del cuerpo de seguridad le quitaban la bandera del estado del noroeste de Brasil, Pernambuco, que tiene un arcoíris de tres colores como parte de su identidad.
Y hoy, mi compañero de viajes y camarógrafo con el que he trabajado en conjunto desde la Copa América de Chile en 2015, Alejandro Ramírez, fue agredido por hasta siete elementos de la policía catarí por traer puesta una playera de Pink Floyd, con la icónica imagen del álbum “The Dark Side of the Moon”; donde se muestra como la luz, al pasar ante un prisma, se convierte en un arcoíris, algo que representa los distintos caminos que podemos tomar después de nacer.
Durante algunos minutos de confusión, Alejandro fue agredido en árabe y en inglés por los miembros de seguridad del Estadio Lusail, hasta que un transeúnte intercedió por él y le ayudó a traducir, explicándoles a los policías que es una portada de un disco musical y que él es un fan del rock. Primero intentaron obligarlo a quitarse la playera y tras negarse, le mandaron ponerse su chamarra y cubrir la imagen del álbum de Pink Floyd. Al final, Ramírez demostró su profesionalismo y se tapó para poder seguir trabajando, dejando atrás el mal trago.
Este Mundial ha sido muy raro desde que se reveló que sería en Qatar hace doce años, conforme más se acercaba la competencia, las reglas eran cambiadas, para luego ser modificadas a unos días del arranque. La FIFA quería hacer que todos se sintieran bienvenidos, pero nadie se siente así en un país que no te quiere ahí por tus preferencias, tus gustos musicales, e incluso tu manera de vestir; así el arcoíris, se convirtió en el enemigo número uno de Qatar.