Por: Mauricio Cabrera
Está ocurriendo.
Ya nada lo detiene.
Las plataformas de streaming se están haciendo con lo que antes era de la televisión de cable y satelital.
Sin el deporte en vivo, a la TV de paga convencional no le quedará nada.
No será suficiente con los programas de análisis.
No será suficiente con las señales de noticias que ahora mismo experimentan sus propios conflictos existenciales.
Hasta ahora al deporte en streaming se le habían visto más limitantes que beneficios.
La NFL, por ejemplo, se ha resistido a volcar sus juegos estelares a las plataformas de streaming por temor a perder todo ese alcance y repercusión del que goza en la tv de cable.
Pese a que la inquietud está ahí desde hace tiempo, la NFL ha ido de a poco.
Pero ya están en manos del streaming el Thursday Night Football con Amazon y el Sunday Ticket con Google/YouTube.
Y hace unas semanas, la NFL se permitió abrir aún más la puerta cuando transmitió a través de Peacock el primer juego de postemporada de su historia en exclusiva a través de streaming.
Alcanzó 28 millones de viewers con un promedio de audiencia de 23 millones y un pico de 24.6 millones durante el segundo cuarto.
En esa transición definitiva de la tv de cable al streaming Netflix era el gran ausente.
Hasta ahora.
Porque con la firma de un acuerdo por 10 años a cambio de poco más de 5 mil millones de dólares con la WWE, Netflix podría demostrar su poderío para posicionarse como esa plataforma en la que el streaming no está peleado con las grandes audiencias.
El acuerdo incluye 10 años de transmisión exclusiva para Netflix del WWE Raw en Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica de forma inicial.
Ya después vendrán otros territorios.
El WWE Raw, para dimensionar su valor en una parrilla de programación, fue creado en 1993.
Ha producido más de mil 600 emisiones.
Mientras la NFL no ha encontrado el socio correcto para trasladarse en definitiva al streaming, WWE sí que lo ha hecho con Netflix.
Con más de 260 millones de suscriptores, Netflix es garantía de alcance y globalización.
Sumó más de 13 millones de suscriptores en el último trimestre del 2023.
Una cifra récord para el Q4 en la historia de Netflix.
Ted Sarandos ha negado que el acuerdo sea un cambio en su estrategia de no invertir cifras monumentales en adquisición de derechos de transmisión deportivos.
Etiqueta a la WWE más como una propiedad de entretenimiento deportivo antes como que una competencia deportiva en toda forma.
Habla de cómo la WWE tiene componentes dramáticos semejantes a los que han desarrollado con Drive to Survive, la serie documental que temporada tras temporada realizan alrededor de la Fórmula 1.
Menciona también que la WWE es un caso inverso al de la Fórmula 1.
Mientras la Fórmula 1 gozaba de notoriedad mundial sin gran penetración en Estados Unidos, la WWE es una tradición arraigada en Estados Unidos que no ha sido correctamente valorada en mercados externos.
Así lo dijo Sarandos:
“The WWE is almost the inverse of Formula 1. WWE programming has been historically under-distributed around the world”.
Si alguien puede demostrar que el streaming es también una oportunidad de incrementar alcance en vez de sacrificarlo, es Netflix.
Y lo puede hacer sin temor a que esos suscriptores se vayan en el momento en que termine el acuerdo.
El catálogo de Netflix es tan vasto que no parece cercana la posibilidad de abandono una vez que se vaya la WWE.
Además, Netflix da el golpe justo cuando más interesado está en seguir incrementando su negocio publicitario.
A la tv de cable le queda muy poco.
Netflix, con una sola jugada, puede estar colocando el último clavo en el ataúd.
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