Héctor Herrera creció en las categorías inferiores de Pachuca escuchando que antes que ser futbolista tenía que aprender a sufrir. Es una máxima que se aplica a todos los futbolistas tuzos en edad de formación, pero seguramente ningún otro desarrolló el método como lo ha hecho el actual volante del Atlético de Madrid. Un jugador que se ha ganado a pulso todo lo bueno que le ha sucedido y al que todavía le sobra fútbol en su madurez.
A punto de cumplir los 31 años, Herrera lleva toda su vida sabiendo que para alcanzar un objetivo antes hay que ganárselo. Cuando ingresó en Pachuca siendo un adolescente lo hizo después de probarse en la Tercera División mexicana, y habiendo dejado su Rosarito natal siendo prácticamente un crío. No obstante, su capacidad de adaptación le catapultó y apenas unas semanas después de debutar con el primer equipo de Pachuca, en 2011, fue señalado como el mejor novato en el Apertura de aquel año. En todo caso, su carrera en la élite no había hecho más que empezar.
Herrera, un centrocampista de largo recorrido
Pachuca sólo le pudo disfrutar dos años, porque tras colgarse la medalla de oro olímpica en 2012 cruzó el charco para ingresar en el Porto, club en el que se haría un nombre en el fútbol europeo. A las órdenes de Julen Lopetegui se estrenaría en la Champions League, y con sólo 23 años pudo medirse a la aristocracia balompédica del Viejo Continente, cruzando espadas con el todopoderoso Bayern de Múnich o el Liverpool, entre otros.
Lejos de amilanarse, Herrera demostró carácter y mantuvo la titularidad también bajó la dirección técnica de Sergio Conceiçao. Mientras, su ascendencia como referencia del cuadro portugués en la zona ancha iba en aumento a la par que su popularidad como futbolista. En 2012 debutó con el Tri y a partir de su llegada al Porto empezó a acudir con cierta regularidad a las convocatorias de la selección mexicana.
La niña de los ojos de Simeone
En su primer año en el fútbol portugués, además, llamó la atención de Diego Simeone a raíz de un enfrentamiento europeo que se saldó con victoria del Atlético de Madrid. El club rojiblanco lo captaría para la causa colchonera el verano de 2019. Herrera tuvo que sufrir de lo lindo antes de volver a sentirse un jugador decisivo de su equipo, pero logró consolidarse en el once titular a partir de la segunda vuelta en LaLiga Santander.
Su segunda temporada, la presente, en el club rojiblanco debía ser la de su consagración, pero la mala fortuna se cruzó en su camino. Terco como pocos, Herrera tampoco se ha dado por vencido. Simeone le fue dando galones en el once colchonero a pesar de que las lesiones musculares le impidieron tener continuidad en la primera mitad del campeonato. Ya en la segunda, se tuvo que ausentar tras contagiarse del COVID-19, y seguidamente tuvo que lamentar la pérdida de su madre por culpa también del COVID-19, lo que le hizo perderse hasta siete partidos consecutivos en LaLiga Santander. Aun así, apenas una semana después de despedirse de su madre, se puso a las órdenes del técnico argentino para jugar -y derrotar- al Getafe el pasado mes de marzo.
Herrera, ante el segundo campeonato de su carrera
Aquel fue un resultado que le sirvió al Atlético para mantenerse en lo alto de la clasificación de LaLiga Santander, que los colchoneros lideran de forma marcial casi desde el inicio del campeonato a pesar de que FC Barcelona y Real Madrid embisten desde atrás cada vez con más fuerza. Lo cual no quita que Herrera y su
equipo dependan de sí mismos para que el mexicano levante el que sería el segundo campeonato de su carrera tras proclamarse campeón de la liga portuguesa en 2018. Sería el colofón para un futbolista dotado de un sentido táctico y una astucia sólo al alcance de los elegidos. A fin de cuentas, si le llaman ‘el zorro’ es por algo.